Advertida queda la lectora y el lector: reseño el libro de mi propio hermano. Honestidad brutal, que cantara el bardo argentino. Nepotismo sin tapujos, criticará quien deba o quiera. Sea como sea, hablemos de El viento nos lleva, volumen de cuentos del cantautor Ismael Serrano. ¿Son buenas estas narraciones? Les aseguro que, en un océano editorial donde tanta minucia se reclama poesía, El viento nos lleva tiene categoría de verdadera literatura. Se trata, simplemente, de estupendos relatos. Cuentos como los de Fontanarrosa, con algo de Buenos Aires en su paisaje pero también del Madrid castizo donde, aún, se toma el vermú acompañado de una tapa de gallinejas. San Telmo y el Rastro se cruzan pero también el DF, La Habana, Santiago de Chile y otros horizontes que tienen nuestro idioma en común.
Hay un aire a Eduardo Galeano en esta prosa que se acerca al verso en numerosos recodos del texto.
Un aire a Eduardo Galeano aunque desprovisto, curiosamente, de carga política explícita. Ismael Serrano, como titulara Ray Loriga, ya sólo habla de amor. Que es hablar de casi todo. O de todo.
El viento nos lleva relata historias de amor y anhelos y sueños que se rompen y sueños que (contra todo pronóstico) acaban llevándose a cabo.
El narrador es el propio Ismael Serrano e, incluso, reconocemos a algunos de sus familiares y amigos entre los personajes de esta trama donde se entremezclan narraciones que, finalmente, hallarán un nexo común.
Hay una viuda que sueña con el mar, mariachis enamorados, el mago que olvidó sus trucos, un hombre que mengua, una boda para Néstor que quien sabe si se producirá algún día.
El arranque del volumen resulta fabuloso. Ese hombre que ama las despedidas, que no quiere irse de las fiestas, que compite mano a mano con el autor a la hora de no abandonar el lugar del delito, cuando la noche cambia de nombre y ya es el día siguiente, ese enigma planteado en la primera página, qué bueno.
Sí, me ha gustado.
Poco más hay que decir.
Disculpen estas líneas desprovistas, por supuesto, de cualquier objetividad. Pero El viento me lleva tiene magia. Creánme.
DANIEL SERRANO