David Beckham e hijo sudan la camiseta
David Beckham e hijo sudan la camiseta

Lo del fútbol se lleva en las venas. Pero no eso de ser del Atleti (que también), ponerse la bufanda de tu equipo y corear (como si llevaras varios días de fiesta sin pasar por casa, en algunos casos) el nombre del Cholo Simeone. Lo que se lleva en la sangre es eso de ser un futbolero de pro. Como le pasa a Brooklyn Beckham y su famoso papá, David Beckham, que gracias a un partido a favor de Unicef han protagonizado una especie de cesión de testigo.

Ante la atenta mirada del resto de mini Beckhams, o lo que es lo mismo, Romeo, Cruz y Harper, que sin saltar al terreno de juego para ponerse a demostrar que ellos también pueden ser todas unas estrellas del balompié, presumieron de papi. Y de hermano, porque Brooklyn ya es todo un ídolo de masas y, junto a otros astros del balón como Luis Figo o Ronaldinho, demostró que su lugar también está en el césped.
Y Brooklyn saltó al terreno de juego
Con menos maestría que su padre, eso sí, pero también sudando la camiseta. Porque así entraba el hijo mayor de Victoria Beckham cuando el entrenador de su equipo lo decidía. Impoluto, con un ligero toque de perfume y mirando a las gradas buscando las miradas cómplices de los suyos. "Esta es la tuya, Brooklyn. Demuestra que eres un Beckham de los buenos", seguro que se dijo para sus adentros.
Se santiguó, se rascó la nariz (algo que todo jugador de fútbol debe hacer cuando entra en el terreno de juego) y empezó a tocar el balón. Y no lo hizo nada mal viendo a los rivales a los que se enfrentaba. Pero no es Brooklyn chico de grandes esfuerzos (bueno, por lo menos que se sepa) así que pronto el cansancio físico empezó a metérsele en el cuerpo. Y llegaron los sudores, los temblores y las miradas al reloj intentando que los segundos se pasaran volando para que el árbrito pitara el final del partido.
Quiero ser como Beckham
Y, mientras David, como si nada. Porque el que tuvo, retuvo. El jugador volvía a su casa, Old Trafford, después de varios años con las botas colgadas. Había cantado, antes del partido, Rita Ora y hasta el objetivo del partido (el Match for Children recaudaba fondos para los pequeños más desfavorecidos) merecía la pena. Así que Beckham lo dio todo, tanto que hasta puso su granito de arena para marcharse del terreno de juego con una victoria de su equipo. No marcó (estuvo a punto de hacerlo, eso sí) pero sí que fue decisivo para que sus colegas Paul Scholes y Michael Owen (por partida doble este último) firmaran un 3-1 con victoria para el conjunto de Gran Bretaña - Irlanda.
Algo que contó con unos espectadores de excepción. Romeo, Cruz y Harper. Tres peques que posaban así de sonrientes con su papá antes de que comenzara el encuentro. Vestidos con los colores del club de su famoso padre, pensando dónde se habría metido su mami, Victoria Beckam, y soñando con que, algún día, el estadio de Old Trafford coreara su nombre como lo hacía con el de su padre en los años en los que defendía los colores del Manchester.
Fotos: Gtres