Érase una vez 'El árbol de la sangre'
Érase una vez 'El árbol de la sangre'

Las historias de amor más grandes jamás vividas no son historias lineales. Ni suceden en un único lugar. Aunque, a veces, el cine y los libros se empeñen en contarlas en orden y sin moverse del sitio.
Con El árbol de la sangre, Julio Medem vuelve a su manera primigenia de contar historias de amor: a través de un tiempo y un espacio en infinito cambio. Y las cuenta trepando por las ramas de un roble que, a pesar de las raíces que las conectan con el suelo, no paran nunca de entrelazarse allá arriba en busca de una nueva dirección.

Un caserío vacío. Una pareja formada por Rebeca (Úrsula Corberó) y Marc (Álvaro Cervantes). Una hoja de papel en blanco. Un cuento por delante, pero también por detrás, que reconstruir valiéndose de unos recuerdos que, en un momento dado, pasan a ser compartidos. A partir de ahí, el director abraza su esencia como Rebeca y Marc abrazan al árbol en la primera escena del filme.
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Hacía unas cuantas películas que Julio Medem no era tan Julio Medem. El árbol de la sangre se escribe (porque es un libro) con las casualidades de Los amantes del Círculo Polar, con la naturalidad salvaje de La ardilla roja, con el costumbrismo de Tierra, con la pasión trágica de Lucía y el sexo. Y con la ensoñación estética de todas las anteriores.
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Personalmente, reconozco que había perdido el interés. Desde Caótica Ana (sí, a mí me gustó) Medem no era Medem. Ahora sin embargo le reconozco.
El árbol de la sangre podrá y deberá verse en cines a partir del próximo 1 de noviembre.
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MILA GARCÍA
Fotos: Fotogramas de película